Tuesday, September 13, 2005

Gustavo Adolfo Becquer

Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugo su llanto y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino: ella, por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún, ¿por qué callé aquel día? Y ella dirá, ,¿por qué no lloré yo?
Tú eras el huracán y yo la alta torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
¡No podía ser! .
Tú eras el océano y yo la enhiesta roca que firme aguarda su vaivén: ¡tenías que romperte o que arrancarme!
¡No podía ser!

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